Cuando el hijo de Astrid fue ingresado a una unidad de cuidados intensivos, ella le hizo una promesa.
Si bien la idea de migrar salir de su país le había rondado la cabeza desde que el pequeño había nacido hace seis años, solo en ese hospital de Caracas sintió la urgencia de tomar una decisión definitiva. Era su única opción después de intentarlo todo para que la salud de su hijo no estuviera en peligro.
Trabajó durante varios años como asistente administrativa de un negocio de compra y venta de inmuebles y, aun cuando se trataba de un empleo estable, se le dificultaba mucho conseguir y comprar las medicinas que podían atenuar los efectos de la enfermedad crónica que atacaba el sistema inmunológico del pequeño desde los tres meses de edad.
A medida que el tratamiento médico se hizo escaso, la enfermedad requirió hospitalización como única alternativa para estabilizarlo. En medio de oraciones para que el pequeño saliera de la unidad de cuidados intensivos, Astrid le prometió que lucharía por garantizarle una mejor calidad de vida.
Esa lucha comenzó con la organización de una colecta entre familiares y amigos/as para comprar el tiquete del avión que llevaría al niño a Medellín. Al poco tiempo de llegar a Colombia, el esposo de Astrid tuvo la fortuna de acceder a un trabajo. En cambio, ella se demoró muchos meses para encontrar un empleo que les permitiera habitar una vivienda con condiciones mínimas de salubridad para proteger la salud del niño.
Astrid dice que a través del acompañamiento de la ONG Cuso International* y ACNUR, logró superar las barreras que se le presentaban a la hora de aplicar a un trabajo, como la falta de experiencia y referencias laborales en Colombia.
Durante el proyecto, Astrid recibió las herramientas necesarias para construir un camino laboral en Colombia y le facilitó la participación en convocatorias laborales. Así llegó a la empresa de alimentos Salamanca, que la vinculó para que trabajara en los servicios generales de una clínica de Medellín.
“Mi recomendación para refugiados/as y migrantes es que busquen y no desfallezcan hasta encontrar iniciativas que les ayuden a conseguir un empleo”.
De acuerdo con Tania Shephard, Gerente de Programas de América Latina y el Caribe en Cuso International, “uno de los grandes valores agregados de la iniciativa es que no solo se centró en el acceso a un trabajo decente, sino también en que las personas lo mantuvieran”.
A través del proyecto, Astrid pudo mudarse de casa, pagar la medicina y las terapias que le aseguran un mayor bienestar para su hijo, y de esta forma avanzar en su proceso de integración e inclusión en su nuevo hogar: Medellín.
Historia publicada en: https://somospanascolombia.com/un-empleo-promesa-de-vida-para-un-hijo/
*ONG canadiense apoyada por el Gobierno de Canadá