Por: Beverly Moise Morais, voluntaria de Cuso International, Asesora de Género e Inclusión Social con la Cámara de Comercio de Barranquilla y la oficina país de la ONG en Colombia.

No me cansaré de repetir que todo lo que es bueno para las mujeres, es bueno para los hombres y otras identidades; y, por ende, es bueno para la humanidad. Comienzo parafraseando a la escritora feminista Florence Thomas, porque este sentir es el que me ha motivado a desarrollar mi voluntariado como Asesora de Género e Inclusión Social con Cuso International en Colombia.

Al asumir este rol, tenía el reto de impulsar el enfoque de género en empresas, cajas de compensación y otras instituciones del Caribe colombiano, una de las regiones más hermosas del país, con gente alegre y trabajadora. Pero también es una zona que cuenta con indicadores poco alentadores sobre violencia, informalidad laboral, participación de la mujer y las personas con identidades diversas. 

Según el estudio “Análisis de las barreras de acceso y permanencia de mujeres, jóvenes y víctimas a un empleo formal en Barranquilla”, publicado por Cuso International en 2018, las mujeres tienen 23% menos de participación en el mercado laboral y la tasa de desempleo se ubica en 11.7%, el doble de lo que registran los hombres.

Estos datos revelan la persistencia de comportamientos sociales que perpetúan el machismo y que no dan mucha cabida a la construcción de nuevos sujetos. Una situación que más allá de afectarme, despertó en mí la necesidad de trabajar de manera más fuerte. En el pasado la mayor parte de mi experiencia laboral había tenido lugar en Nicaragua y el último trabajo en este país era muy estructurado y estable, pero que no me permitiría generar un verdadero cambio social.

Al poco tiempo de empezar mi voluntariado en Colombia, me di cuenta de que mi meta real eran las personas y promover el imaginario social de un mundo más equitativo, en donde se apueste por una sociedad abierta a las diferencias.

Fue así cómo Cuso International y las empresas se volvieron mi lienzo y, gracias al apoyo del equipo de inclusión social y género de la organización, he tenido el espacio para ser creativa y lograr una incidencia real, medible y tangible.

Ese impacto que podía alcanzar se hizo evidente a lo largo de distintas experiencias con el sector privado de la capital del Atlántico. Me acuerdo cómo encuentros con personas con discapacidad física y personas trans fueron tan poderosos que cambiaron la percepción del personal de varias empresas hacia estas comunidades, pues antes pensaban que no estaban preparadas para contratarlas.

En la mente tengo guardado el día en que me levanté muy temprano en la mañana para impartir un taller de género a las 7 a.m. a trabajadores de una empresa de metalurgia. La verdad es que no tenía muchas esperanzas del resultado, dado lo que había escuchado del sector. Mi gran sorpresa fue que dos horas después de la actividad me sentía en la cima del mundo cuando vi que sí estaban dispuestos a aprender y desaprender temas de inclusión social. Esos pequeños momentos me reafirmaron que he encontrado mi pasión en los temas de desarrollo e inclusión y que es la ruta profesional que quiero seguir.

Sin duda fue una experiencia de grandes lecciones y me gustaría compartir algunas de ellas, de modo que otras personas, empresas y organizaciones de la sociedad civil también tengan la convicción de que la equidad de género y la inclusión social aportan a la sostenibilidad:

• Las empresas son replicadoras de valores. No podemos esperar una verdadera equidad de género cuando las compañías, como dinamizadoras de nuestro tejido social, no están alineadas con esta meta.
• Aprendí a no desaprovechar un oído dispuesto a escuchar, incluso cuando se crea que serán detractores/as de nuestras causas, pues nunca se sabrá el impacto que tendrán nuestras palabras en el corto y largo plazo. El ejemplo más fehaciente fue mi charla con los trabajadores del sector metalúrgico.
• Como bien lo dice el Foro Económico Mundial, “Cuando la igualdad crece, las comunidades son más saludables, las empresas son más fuertes, las economías crecen y el mundo es un lugar mejor para todos y todas” y para esto no se necesita crear grandes iniciativas, sino de comenzar por algún lado.