Pese a que más de 56% de hogares tienen una jefatura femenina, según datos del Dane, el mercado laboral en Colombia aún no está diseñado para retener a madres trabajadoras.
Esto me lo ha demostrado mi experiencia de voluntariado en con el apoyo psicosocial que brinda el proyecto Empleos para construir futuro para personas en situación de vulnerabilidad y que a penas han accedido a un empleo formal y decente.
De manera puntual, el apoyo psicosocial busca contribuir a que personas recién vinculadas al mercado laboral formal de Cartagena, Barrranquilla, Bogotá, Cali y Medellín puedan adaptarse mejor a la cultura organizacional de una empresa y, de este modo, puedan perdurar y desempeñarse mejor en sus nuevos trabajos.
Como parte de este proceso, he podido reconocer las barreras personales, familiares, socioculturales y económicas que las madres y mujeres enfrentan en el entorno de trabajo en Colombia.
Al respecto uno de los estudios que más me ha llamado la atención es el Informe de Resultados del Ranking PAR 2017, elaborado por Aequales, con el apoyo de CESA y la Secretaría Distrital de la Mujer, el cual muestra que una de las mayores barreras de permanencia laboral de las mujeres es la falta de tiempo para el cuidado de los hijos e hijas.
Este fenómeno tiene que ver precisamente con las desigualdades de género, lo que afecta la estructura de los hogares y la asignación de roles al interior de ellos. También, incide en aspectos como la posición ocupacional, el nivel de educación y la condición de pobreza de ellas, entre otros.
Un tema preocupante es la violencia contra la mujer. En Barranquilla y Cartagena, donde me desempeño como asesora psicosocial, se han encontrado casos de mujeres víctimas de violencia intrafamiliar o de pareja. No solo de violencia física contra la pareja, abuso o maltrato psicológico, sino también de intimidación, humillación y extorsión económica».
Pero cada vez más mujeres les hacen frente a estas problemáticas. Junto con ellas, trabajamos para que logren superar las afectaciones emocionales de conflicto y violencia intrafamiliar. Si bien el apoyo psicosocial les brinda herramientas para navegar nuevos espacios de autonomía económica, redistribución de la carga de responsabilidades asociadas con el cuidado de hijos e hijas y los oficios domésticos; son ellas quienes nos enseñan su resiliencia y firmeza en la construcción de un nuevo proyecto de vida.
Así se fomenta la inserción laboral de las mujeres en Colombia y, con ello, se están dando cambios en las estructuras sociales y culturales, que causan rupturas en las dinámicas familiares y las relaciones de género.
Debido a su rol de madres a una temprana edad, sus condiciones de pobreza así como sus bajos niveles de educación, un buen número de las mujeres entrevistadas en Cartagena sentían que su realización personal y profesional no era posible con sus propias manos. Tras incursionar a un empleo formal, ellas han expresado cómo el trabajo se ha convertido en un vehículo para el empoderamiento personal, mediante el cual tienen la oportunidad de ampliar sus habilidades y desarrollar su potencial productivo para superar situaciones de dependencia económica en el hogar.
Teniendo en cuenta que las madres trabajadoras, en especial las madres jefas del hogar, están atadas a ciertas responsabilidades no renumeradas en el hogar, el apoyo psicológico les ha ayudado a enfrentar las limitaciones que existen frente a los roles de ser mujer madre y trabajadora.
Si bien el proceso psicosocial ha sido un primer paso para asegurar el bienestar de esta población trabajadora, se necesitan otras intervenciones o políticas públicas para que ellas tengan una mejor transición del hogar al mercado laboral. También, para que haya más tolerancia en la sociedad colombiana frente a la transformación de las relaciones de poder y las normas de género.
*Por Natalia Valencia, cooperante internacional de Empleos para construir futuro que trabaja como Asesora psicosocial de investigación en la Fundación Cedesocial
