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- Aunque 60% de la población trabajadora informal gane menos de un Salario Mínimo Legal Vigente (SMLV) y no cuente con seguridad social, acceder a un empleo formal que les pueda generar esta remuneración no les garantiza necesariamente una mejora de sus condiciones de vida.
- Más allá de tomar medidas de regulación para disminuir la informalidad laboral, Cuso International insta a que las políticas de productividad estén ancladas a iniciativas de generación de empleo formal y digno, que propendan por la creación de incentivos hacia la formalización laboral.
- Casi la mitad de la fuerza laboral del país permanece vinculada a un puesto de trabajo formal tan sólo entre siete y 11 meses. De ahí que también sean necesarios estímulos para lograr la permanencia en el mercado laboral formal.
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Bogotá, 13 de marzo 2019. Actualmente el salario mínimo no es una puerta para escapar de la trampa de la pobreza y avanzar hacia mejores condiciones de vida y, por lo tanto, no es un incentivo para que la población trabajadora informal dé el paso hacia un empleo formal, señaló hoy la ONG de desarrollo Cuso International.
A partir de un análisis de la experiencia laboral de las personas que ganan el salario mínimo en el país, incluido en el estudio “Reflexiones sobre el salario mínimo y la informalidad laboral”, la ONG de desarrollo concluyó que estos trabajadores y trabajadoras se enfrentan a una precariedad laboral de manera constante.
La precariedad laboral se evidencia en la insuficiencia del salario mínimo para cubrir sus necesidades básicas. Usualmente las personas que ganan esta remuneración logran asumir los gastos de alimentación y vivienda cuando cuentan con redes familiares de apoyo así como estatales básicas de protección como el Sisbén.
Adicionalmente, la población trabajadora que gana el salario mínimo ha perdido más su capacidad adquisitiva en los últimos años respecto a la población en general. El estudio, elaborado por Cuso International y apoyado por el Gobierno de Canadá, arrojó que los ingresos promedio de un jefe de hogar en 2007 disminuyeron el doble frente a 2017, mientras que los de uno con ganancias iguales o inferiores a un salario mínimo se redujeron cuatro veces durante el mismo periodo.*
Dadas las limitaciones del salario mínimo para cubrir los gastos diarios, los y las investigadoras de la investigación enfatizaron en que las personas trabajadoras que ganan esta remuneración afrontan grandes dificultades en momentos críticos marcados por enfermedades y accidentes que incluso, en algunos casos, son de carácter laboral. Aunque los asalariados/as deben contar con seguridad social para sobrellevar estas situaciones, en algunas ocasiones el salario mínimo no les permite cubrir los gastos adicionales resultantes de estos episodios.
Por estas razones, si bien un gran número de informales en el país devengan menos de un salario mínimo (60% de la población trabajadora) y no cuentan con seguridad social, llegar a tener un empleo formal que les pueda generar un SMLV no les garantiza necesariamente una mejora de sus condiciones de vida.
“Es cierto, las personas trabajadoras que ganan un salario mínimo no están abocados a la inanición. Pero es alarmante que la probabilidad de que esta remuneración realmente les permita salir de la pobreza sea inexistente”, aseveró Alejandro Matos, Director de Cuso International en Colombia.
No solo es cuestión de la consecución de un empleo, sino también de la permanencia
Con base en datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH), la investigación señala que casi la mitad de la fuerza laboral dura vinculada a un trabajo formal tan solo entre siete y 11 meses, por lo cual un gran reto para el país es la estabilidad en el mercado laboral formal. En este sentido, Cuso International recomendó que se tomen disposiciones no sólo para incentivar el acceso a un empleo formal, sino también para identificar y abordar aquellas que permiten la permanencia en la formalidad.
En contravía de la creencia común acerca del control y la vigilancia como medida principal para dismunuir la informalidad laboral, los autores y autoras del estudio instaron a que la atención gire hacia la importancia de políticas de productividad ancladas en iniciativas de inclusión laboral, pues el documento demuestra que a mayor PIB, mayor generación de empleo formal. Por lo tanto, Bogotá y Medellín (47,5% y 43,2%, respectivamente) encabezan la formalidad laboral, mientras que Cúcuta (74,3%) y Quibdó (65,9) son las ciudades más afectadas por la informalidad.
“En términos realistas, una buena parte de la población trabajadora se encuentra en la informalidad y, por ende, es muy difícil que el control y la vigilancia alcance a abarcar a estos trabajadores/as. Lo más pertinente es concebir cómo ellos y ellas pueden realizar una transición al mercado laboral formal, mediante políticas de productividad con una perspectiva regional, que incluyan eficazamente iniciativas de generación de empleo formal que realmente apunten a la disminución de las condiciones de pobreza de la población colombiana”, agregó el directivo de Cuso International.
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¿Quiénes son las personas que se encuentran en la informalidad laboral?
Aproximadamente 66% de la población trabajadora nacional es informal, de acuerdo con los datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) y retomados en la investigación.
La edad de las personas juega un papel determinante en la informalidad. Al iniciar el ciclo laboral, la juventud registra una tasa de informalidad de cerca de 61,4%. Precisamente, este fenómeno se explica porque las personas jóvenes usualmente encuentran una puerta de entrada al mercado de trabajo en las actividades informales.
En la siguiente etapa, de los 29 y 40 años, la tasa de informalidad desciende (56,3%), pues los trabajadores/as alcanzan mayores niveles de experiencia y educación, es decir, se trata de su fase más productiva. Ya entre los 41 y 50 años empieza a subir la informalidad (67,8%), incluso por encima de la tasa presentada entre los jóvenes.
El periodo en que este fenómeno se agrava aún más es después de los 61 años (92%), pues es cuando los adultos mayores buscan cualquier fuente de ingresos con tal de lograr su sobrevivencia y enfrentar los riesgos asociados con su vejez. De ahí que la informalidad laboral sea una constante que afecta a una gran proporción de la población trabajadora a lo largo de todo su ciclo de vida.
De acuerdo con el sexo, no hay grandes diferencias entre hombres y mujeres, pues la tasa de informalidad alcanza 66% y 65%, respectivamente. Aunque cabe aclarar que la participación de los hombres sigue siendo más alta tanto en el mercado laboral formal e informal.
La educación definitivamente marca la pauta a la hora de conseguir un empleo formal. El estudio encontró que la educación primaria aumenta en 50 puntos porcentuales la tasa de informalidad laboral frente a la educación superior.
En cuanto a los sectores económicos, el agropecuario y el minero presentan las tasas de informalidad laboral más altas en el país (88,7%), seguido por el comercio (78,2%) y la construcción (74,1%). Por su parte, los renglones industrial (54,3%) y de servicios (48,5%) presentan las menores tasas de informalidad en Colombia.
Para acceder a la publicación, visite: https://empleosparaconstruirfuturo.org/producto/salariominimo_informalidadlaboral/
*Para llegar a este hallazgo, se realizaron estimaciones del ingreso hipotético que recibían los jefes de hogar para el año 2007 y se compararon con los ingresos reales percibidos en la actualidad (2018), lo que refleja la forma en que los jefes de hogar reciben hoy un ingreso estadísticamente inferior al que recibían en 2007.
Acerca de Cuso International
Cuso International es una organización de desarrollo que trabaja para reducir la pobreza y la desigualdad a través de los esfuerzos de voluntarias y voluntarios altamente calificados, asociaciones de colaboración y la generosidad de sus donantes. Trabajamos en más de 20 países de África, Asia, América Latina y el Caribe.
En Colombia nuestro principal objetivo es impulsar la inclusión social a través del desarrollo económico sostenible de las comunidades en situación de pobreza y vulnerabilidad y la promoción de empleos dignos. Mediante el proyecto Empleos para construir futuro, apoyado por el Gobierno de Canadá, hemos contribuido a que más mujeres, personas jóvenes y víctimas del conflicto armado puedan acceder a empleos formales.
A la fecha el proyecto ha beneficiado a más de 8.000 personas a través de sus iniciativas de formación y enganche laboral, así como mediante la asistencia técnica para el sector privado en la implementación de políticas y programas organizacionales de diversidad e inclusión social. Por último, el proyecto ha realizado ocho alianzas con entidades del gobierno local y nacional para incidir en las políticas públicas de empleo inclusivo en el país.
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